| Volando dentro de una lamparita de 25 wts
 Sesiones escritas
 
 
 
         
    
	 
	 Sin palabras
	 
    
	
      No se si me permitas preguntar ¿por que mi cuerpo desnudo
 amenaza,
 siendo tu boca la que asfixia
 mis silencios;
 mis estúpidos entretelones
 que reposan en tu sexo?
 Tus lagrimas frías que
 inundan mi precosa prosa,
 ahogándome lentamente,
 sofocando
 transpirándole las sabanas
 a los oídos al vecino.
 ¿Puedo preguntar
 por qué?
 ¿por qué la habitación
 entremezcla los colores,
 los licores de tu piel?
 Mis piernas tiemblan
 mis brazos en llamas,
 mis manos tiemblan,
 mis pecados  tiemblan;
 mis recuerdos te llaman
 y vos.
 Vos mirando
 la mancha de humedad
 del techo,
 parpadeando en la soledad
 de estar
 recostada cerca mío.
 Suspiras,y yo callo mis preguntas.
 
         
    
	 
	 Agua helada
	 
    
	
       Si soy muerte en el agua, no me rescaten del río. Ella es agua. Yo me ahogo en ella, aunque me despida por primera vez y en mi silencio muera estancada. 
         
    
	 
	 Ineficacia poética
	 
    
	
      Buscando una salida rápida que me saque estos paréntesis
 imberbes de ignorancia mundana.
 Recorrer pasillos de bibliotecas
 perdidas  buscando libros muertos,
 algún testamento prohibido,
 otro manifiesto que evada a la realidad.
 Que me acompañe un laúd armonioso
 en cada signo de interrogación
 que espabile mi entender.
 Música para que bailen los muertos,
 Baudelaire con Pizarnik de la mano,
 escribiendo con sangre los infortunios
 que mi pagina en blanco sufre hoy.
 Debo mentir un sentimiento;
 desdibujar un recuerdo
 y hacerlo presente imperfecto,
 recurrir a la retórica infame
 del cuento sin final feliz,
 el relato desordenado
 que dicta mis días;
 para poder escurrirme
 en la descarga pasiva
 de la prosa violenta
 que escupe tinta negra
 a los lectores más exigentes.
 No matare el estilo del cisne
 para embellecer sus cantos,
 aunque mi famélico instinto
 busque la carne de sus plumas,
 aunque en esta tarde de desconcierto
 envenenada de resaca y fastidio,
 no logre escribir un verso decente
 a causa de la búsqueda insensata
 del acento perfecto,
 que cierre el poema más hermoso del mundo.
 
         
    
	 
	 La palabra muda
	 
    
	
      Ni siquiera sé que palabras te diría de tenerte frente,
 mirarte a los ojos
 no lo soportaría
 con el silencio de mis labios.
 Escarcha que enfría la carne
 frigorífico  desolado de la letra;
 una escalera de mármol
 en invierno no me abriga.
 Pero es verano,
 helado sol que encandila
 mi andar,
 hasta resquebrajar mis pies.
 Calzado de hielo seco en
 tus ojos color carmín,
 desafiándo pestañeos,
 guiños de otras
 eras glaciares.Rouge que deja marcado
 en el espejo la palabra;
 la que ni siquiera podría
 leer de tenerla frente.
 
 
         
    
	 
	 Desencuentro dizfrasado
	 
    
	
      Observen en su espejo hasta ver mi rostro
 arrugándose de nicotina
 y sobremesa sin postre.
 Tengan la paciencia,
 hasta descubrir esa palabra
 que llora desde mis huesos
 por su vacuidad pura,
 creando aquel universo blanco
 de desesperanza fortuita
 dentro del espíritu ajado.
 Lloren con mis lagrimas,
 escriban con mi pluma
 oxidada y ya sin filo,
 una oda al desencuentro.
 Refléjense anónimos
 firmando su condena
 de atentado literario,
 arrojen déspotamente
 la bomba en las narices
 de los que aprendieron
 a enamorarse del silencio.
 Apaguen la luz,
 y escuchen el desorden
 de mis alas borrachas,
 pidiéndome volver a casa,
 para vomitar aquella frase
 que alivie la culpa,
 y me retrate poeta.
 Luego, ya calmados,
 destrocen el cristal
 hasta que sangren sus ojosla ceguera.
 
         
    
	 
	 Para tu cobardia
	 
    
	
      Estaré lejos cuando tus ojos vengan a buscarme,
 mis pupilas no se animaran
 a observarte,
 mientras tus ojos, malditos ojos,
 cierren el picaporte.
 Cobarde, estaré lejos
 cuando tus pies 
empiecen a correr solos.
 
         
    
	 
	 Sin al lados......
	 
    
	
      Nunca sabré, Si las caricias que susurraste
 llenaron mi copa,
 si tu poesía infantil
 podría leerse en mi cuarto.
 Salgamos todos a suicidar
 a nuestras madres,
 démosle pastillas para soñar.
 Que sueñen nuestras pesadillas,
 y lloren en nuestras almohadas.
 Una bala para la madre que nos parió,
 otra para la que nos sedujo,
 otras dos, que esta no se salve,
 para la inútil que nos hizo pensantes.
 Con las que queden mataremos
 a las madres ajenas;
 matare a la madre de mi amigo,
 nunca pudimos fumar juntos;
 y matare a tu madre
 si me lo permites.
 A los padres los olvidaremos
 en sus ataúdes de exilio.
 Quizás hubieses jugado conmigo el domingo,
 antes de ir al purgatorio,
 o hubiésemos cantado juntos
 un blues en mi menor.
 Tus ausencias caminaban solas,
 antes de mí,
 ahora caminaran con tu muñeca
 de trapo sangrando desamores.
 Yo ya no tengo muñecas,
 eras la ultima.
 Leeré un libro,
 Mientras fume algún cigarrillo;
 esperando que nunca
 leas este poema,
 donde sufre tu recuerdo
 llegando tarde a casa;
 en el momento
 donde mi llamado
 equivoco o no,
 solo logro alejarte.
 
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