Volando dentro de una lamparita de 25 wts
Sesiones escritas
incognitas
Me pregunta que quiero con ella,
y no esta aquí para recibir la respuesta.
Se esconde en pantallas chinescas,
pronunciando laberintos confusos.
Me pregunta que quiero con ella
y no se que quiero conmigo,
estancado entre mis respuestas.
Saludo al forastero del espejo,
mientras el silencio aclarece.
Me pregunta que quiero con ella
y no se que quiero conmigo
y ella no sabe que quiere con ella,
resignándose ante las montañas.
Sin escuchar el eco que le dice
eres jodidamente especial.
Me pregunta que quiero con ella
y no se que quiero conmigo
y ella no sabe que quiere con ella
y yo no se que quiere conmigo,
y no me atrevo a preguntarle,
y me enrosco entre las letras
y le contesto, aunque ella no este aquí.
Locuras de una agonía sin sueños.
La mediocridad para muchos es normal,
la locura es poder ver mas allá.
Charly Garcia.
Aquí, donde los universos se vacian,
parado frente a ventanas cerradas
contemplando el futuro.
Aquí, sosteniendo tu cuerpo herido,
sacando flechas de un hombro maltrecho,
talon de Aquiles de los sueños sin dueño.
No te veré volar, no con tus alas,
y sin embargo en el cielo recuerdo tu nombre.
Miradas perdidas donde los candados se oxidan,
aquí, frente a mis ojos vencidos,mis ojos,
rindiendote homenaje en cada parpadear.
Aquí, puedo oir las palabras que no me has dicho,
aquí, puedo sentir las agujas quietas del reloj.
Aquí, puedo volver a oir, una y otra vez,
las palabras que nunca has dicho, a nadie.
Recuerdenme sana, recuerdenme esbelta
parada en el cielo, recuerdenme danzando
entre las aves de montaña, recuerdenme jugando,
con una sonrisa digna de contemplar.
Recuerdenme del otro lado del mundo,
donde los locos soñamos,
donde nuestras habitaciones se abren
para que los cuerdos observen,
para que los cuerdos envidien en su desentendimiento.
Y a vos, que estas parado aquí, sosteniendome
recuerdame abrazandote,
recuerdame llevandote de estrella en estrella.
Cierro mis manos entre las tuyas, y limpio la sangre,
beso tus labios silenciosos.
Aquí, donde las lagrimas se secan,
aquí, donde te entrego mis alas
para que cruces tus sueños.
Inspiracion Culposa
Me inclino en la silla de madera,
silla que percibo entremezclando recuerdos,
como la de un cuadro de Van Gogh.
No esos cuadros pintorescos con pinceladas
marcadas, amarillentas y anaranjadas,
mas bien un cuadro de su época más sombría,
si es que la tubo, pictóricamente.
Me inclino con mi cuerpo encorvado,
vértebras, en mi espalda escuálida,
dibujan líneas ásperas de carbonilla
transmitiendo palidez, al paisaje desolado
que contempla perpetua la lamparita del techo.
Detengo mi movimiento un instante,
comulgo mis dudas entonando un suspiro
pronunciado de extensas vueltas de esquina.
La encrucijada de los caminos,
mi amigo Satán me saluda nuevamente.
Tomo vacilante el atado de cigarrillos,
Huelo aquel que saco, suave aroma de cacao,
me dejo llevar en las piernas de una morena
que me ofrece café negro desde su sexo.
Lo enciendo con mis ojos cerrados,
abriendo todos los umbrales de mi piel
helando mi sangre con segundos de placer.
Me enrosco en las figuras del humo,
rostros renacentistas, demonios dantescos,
pliegues de lienzos pesados flotando entre lujurias,
volando por catedrales en llamas que enmarcan el paraíso.
Me inclino mas aun, vuelvo a erguirme,
doy vuelta la silla, me inclino sobre ella.
Bailo una milonga sobre la almohadilla,
inquieta, ansiedad que provoca la muerte,
agónica, de las hojas en blanco sufriendo clemencias.
Inclino mi cuerpo seguro, buscando la primer tecla
de la vieja maquina de escribir, la rozo con mis yemas,
caricia tímida con dedos culposos, revelando
el miedo a faltarle el respeto a ciertas tumbas.
rompen las cadenas del horror,
cruzan las puertas del pánico,
y componen este texto contemplativo,
Sin dejar de pedir disculpas
Con una flor negra en las lapidas de Boudelaire,
Shakespeare, a Rimbaud,
Y tantas otras tumbas que sientan la ofensa.
Velan mis pupilas la mueca frágil de su espalda,
murmurándome sigilosas, plumas musicales
que recorren serpenteando hábiles, mis débiles oídos.
Revelas sobre tus muslos, inquietos y ágiles,
que la humedad sedienta de los hedores que pronuncias
no se quitan con las aguas turbias, del río de montaña.
Aunque el río se encandile en tus senos,
hasta brillar en la oscuridad del cuarto.
Aunque el río, ¡Oh Gran Río, que todo lo mueve!
se apiade de los peces dejándolos volar.
Dejándonos contemplar el cielo,
desde lo más alto.
Velan tus pies resbalando sobre las arenas,
cosquilleos danzando, sedosas melodías
que disfrazan entrecruzadas, los pecados de mis huesos.
Revelas con tus labios, locuaces locuras desinhibiendo
incansables la necesidad del habla en atropellados alaridos,
placeres profanos olvidados en templos paganos.
Templos donde oramos a la luna de cielo raso,
que no nos abandone en la travesía.
Templos, ¡Oh Gran Templo, de barro y caracolas!
no prohíbas que me entregue sus ojos
dejándola ciega de culpa y karma,
dejándonos contemplar la tierra
desde lo más bajo.
Sueños prohibidos de un cuarto de hotel
Soñé.
Imaginé.
Lo soñé y lo imaginé.
Lo soñé semanas enteras,
mañana tras mañana despertaba
pensando en lo mismo.
Durante el día, no soñaba,
lo imaginaba,
calido, aromático, irresistible.
Lo imagine irreversible.
Lo que nunca soñé,
lo que nunca imagine,
es que se supiese materializar.
Fantasía que se hizo carne en mis huesos,
manos frágiles clavándose fuerte en mi espalda;
sin dejar marcas que evidencien lo prohibido.
Mis manos contestaron, las lamparitas se atenuaron.
Mis luces encandilaron su brazo herido,
el brazo partido, de tanto darlo a torcer.
Me abrazo con sus piernas, me abrazo con sus pelos,
me abrazo con su ingle, con su estomago, con su sangre.
Me envolvió en sus senos.
Vencido cual boxeador caído, me levante
del rincón una y otras vez, hasta cansarme.
Hasta cansarla. Hasta superar mi imaginación.
Danzamos en un trapecio hasta acabar volando,
la habitación se agrandó perdiendo los horizontes,
se empequeñeció casi hasta asfixiarnos
con nuestros propios alientos,
con nuestros propios cuerpos.
Nos miramos, creímos conocernos,
nos desconocimos, planteamos la guerra,
hicimos las paces en forma de plegarias.
Plegarias para una niña perdida,
plegarias para un anciano floreciente.
Luego el sueño, mas intenso,
más real.
Y al despertar buscando su ausencia,
la encontré dormida en mis brazos.
Lo imaginé tanto.
Lo que nunca soñé,
lo que nunca imaginé,
es que se supiese materializar.
Gota tras gota(pierdo una pesadilla)
El sueño lo encontrare en las gotas,
las gotas que pierden en la madrugada,
las que perturban,
las que mantiene mi insomnio a salvo.
Gotas de hilos de seda, afiladas,
bromistas sin causa,
que me piden que recuerde,
que las recuerde.
Juegan con el despertador,
se enamoran, son cómplices
en cada segundo que el reloj dicta,
la gota engácelada se deja caer;
y cantan toda la noche boleros de amor.
De desamor.
Desafinan borrachas, a destiempo,
canciones prohibidas de autores profanos,
Las gotas victoriosas van invadiendo
mi habitación, hasta inundarla.
Y mis parpados se ahogan sin cerrarse.
Y nacen nuevas gotas de mis cansados ojos.
Y crecen nuevos sueños en mi neceser vació.
melodias de impotencia
¿Como escribirle la canción mas hermosa?,
¿Las palabras más bellas que hayan acariciado
mis manos,
melodías que enciendan hogueras de intrigas
en sus ojos de lienzo turbio y nublado,
frases que rompan los vitrales de la iglesia
llevándola en brazos a mis sabanas,
escalas y armonías velozmente por las autopistas
descansado abrazadas en cada hotel de paso?
El celibato de las moscas en las sopas de los bares,
el ayuno verborragico de los teléfonos públicos,
el impulso asesino que desangra hojas en blanco.
Un violoncelo sonando en la madrugada,
cantándole serenatas al eco del vientre desnudo,
frágil pañuelo de seda agitándose en la cornisa.
¿como esbozar el paisaje de rimas y notas?
Si los arcanos mayores no me revelan su imagen,
si en mi búsqueda lúdica de fragmentos y recuerdos
se escabulle ágilmente tras mascaras venecianas.
Si el macabro espejo juega con el énfasis absurdo
de entregar mi linaje, mi sangre, mi desolación.
Mancha de humedad circense recreando un cuerpo,
la certera flecha que duerme en la carcaja de cupido,
la carta sin remitente que desespera en el buzón de la esquina.
Un bacón sin ventana perdido en alguna calle
cansado de mirarme componer sonetos desesperados,
a frascos vacilantes de perfumes vacíos.
La guitarra se encoge de hombros,
y murmura una maldición de fastidio.
Desde el nogal
No desprecies las caricias en escritos,
déjame a mí hacerlo por ti.
Yo profanare la tumba de los que partieron,
destruiré el encanto de la metáfora lírica,
lloraré en la aurora una margaritas de verano.
Y no deshojes los pétalos en la copa del árbol.
No por mí.
Ayer los zorzales cantaron dos sonetos,
cuando me acerque para matarlos.
Vos hubieras bailado con ellos.
No desprecies mis palabras en caricias,
déjame quebrar las ramas antes de saltar.
Mirar el horizonte, es solo un puñado de tierra roja.
Y nosotros tan libres,
volare por ti hasta el fruto del nogal.
No harán ruidos estas nueces.
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