Manos oxidadas
No niña,
no es una navaja la que corta tu cuerpo,
son mis manos.
lo siento, son mis manos de navajas.
Me miró sonriente,
me miró con arrogancia;
se burló de cada palabra, de cada gesto.
Me miró con dulzura.
No, sin dejar de reírse,
te equivocas,
es mi cuerpo el que lastima tus manos,
tus manos de navaja.
Lo siento, es mi cuerpo de oxido,
lo siento por ti.
Dejo de sonreír,
silencio, dejo de mirarme.
3 Comments:
las manos hacen lo que la mente ordena
las manos hacen lo que la mente ordena
El joven manos de tijeras pudo amar, hiriendo por sus hojas de acero de hombre-máquina, el cuerpo de la niña. Con los pesares de la imperfección. Eso sí, no estaba oxidado, no hubo tétanos. Me gustó, Lao.
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