¿tenes fuego?
Yen la quietud fotográfica
de la lata rodando por el suelo,
descubrí los zapatos cubiertos
de barro,
barro de horrores caminados
barro sin ganas de limpiarse,
barro del que ningún hombre
quisiera estar hecho.
No fue la lata la que rodó
hacia mi esa madrugada,
rodó su cuerpo, sus manos,
rodó raspándose sobre el asfalto.
Recuerdo un encendedor
prendiendo mi cigarrillo,
unos ojos carmesí
observando el vació de
mis ojos fatigados,
mis mano huesudas
apretando el filtro
del mismo cigarrillo
que ella encendió
con furia y temor,
las baldosas grisáceas
a punto de quebrarse
y el ruido de la lata,
el maldito ruido metálico,
aturdiendo ese instante,
que podría haber sido
solo un gesto gentil
entre dos desconocidos.
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