Mentiras necesarias para lectores exigentes
La perfección de la palabra
en una frase correcta,
la matemática situación
de las letras, aferrándose
a normas establecidas
por un sistema prohibitivo.
Me tendré que obligar
a ocultar entre puntos y comas
la metáfora lírica.
Debo dejar la inspiración
ahogarse en gramáticas
irrelevantes, insípidas reglas
que enjaulen la belleza.
Subordinadas oraciones
que se esconden en
aforismos barrocos,
impidiendo nuevamente
la lectura fluida e inexpresiva
que los lectores pretenden,
adjuntando un sustento
de talento y buen dialecto
que acompañe las retóricas
armoniosas de un poema.
Si la muerte existe en él
estarán obligados a llorar
sobre el escrito,
para que luego al caminar
los puedan llamar sensibles.
Hipocresía de la lengua
para que el epilogo
denote un desenlace
de virtuosismo,
y pueda enroscarme
en mi ego al escuchar
voces intelectuales:
en esa mesa esta sentado
el poeta.