Cobardía sin consuelo
Nadie vino a mi casa ayer,
las ventanas comenzaron a extrañar
perfumes de fresnos y gatos de baldío.
Me ahorcaría con tus sabanas
si estuviesen mas limpias
me injurio en insultos, antes de irse.
Quede callado.
Nadie vino a consolarme ayer,
el semáforo de la esquina brillo violeta
en su confusión de ritos vacuos,
la puerta de madera se humedeció en lágrimas
abriéndose y cerrándose vanamente,
en un ataque de desconsuelo, el teléfono,
se arrojo suicida por la ventana;
yo no tuve las agallas.
Me quede nuevamente en silencio
sentado en un rincón de la habitación.
Observe detenidamente el cielo raso
durante infinitas horas,
solo pensé en lavar las sabanas.
1 Comments:
este me gustó... pero, qué carajo pasa ahora ? está bueno el poema salvo por lo de el teléfono y vos saltando por la ventana.
saludos.
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