| Volando dentro de una lamparita de 25 wts
 Sesiones escritas
 
 
 
         
    
	 
	 TARDE 2
	 
    
	
      No sabía que ayer esperabas un hoy, que bebías, en bares sin luz
 que dolías, entregada sin sabor.
 
 Recuerdo manos en mi boca
 mientras tu sonrisa insinuaba
 que debía pedir un taxi
 mientras acomodaba un libro
 de Henry Miller que habías
 desordenado mientras dormía.
 
 No sabia que ayer esperabas un hoy,
 de saberlo, igual, nada hubiese cambiado
 no sabia que escribías, en el insomnio.
 
 Recuerdo la foto de un chico
 en una bicicleta roja, la recuerdo;
 y la aprieto muchas veces a mi pecho
 pero en la foto no estas vos.
 Pero en tus palabras no estoy yo,
 no hay nadie.
 
 Juro sin fe, por costumbre, que no sabía;
 no quería reflejarme, no podia
 no quería esperarte en once. Otra vez.
 
 Recuerdo tu encierro, tus tabulaciones.
 No recuerdo tu amigos , tu casa, tus libros
 Tus padres, tus tíos.
 
 ¿Como imaginarme que ayer esperabas un hoy?
 
         
    
	 
	 Nada ni nadie
	 
    
	
      Nada. Tanto tiempo sin escribir
 y ahora no me salen las palabras,
 no la encuentro.
 Me miro frente al espejo
 sin hallar un rostro reconocible,
 sin palabras.
 Me siento una porrista norteamericana
 en decadencia, pidiendo letras
 para formar palabras.
 Quiero estar sola decía mientras
 se ofrecía a acompañarme
 hacia una muchedumbre.
 Ya nadie ganaba nada, mientras
 compulsivos seguíamos  apostando
 todo lo que teníamos:
 Nada.
 Tantos sueños para despertamos
 sin encontrar techo donde dormir
 con nuestros fríos.
 Te veo con una jaula detrás
 de la barra donde los pájaros
 se escondían.
 Quiero esa llave para poder abrirte
 a un mundo sin candados,
 el mundo que perdí.
 Ya no creías en mis  fábulas
 irónicas desangrándose en los oídos
 por absolutamente,Nada.
 
         
    
	 
	 Escurridiza
	 
    
	
      No eran lágrimas, mirabas mi ojos
 creías ver agua;
 agua teñida,
 agua roja.
 No era agua
 lo que bebía,
 pero me llevaba
 más veloz
 que un río.
 Te  viste reflejada,
 tuviste miedo,
 tuve miedo de tu reflejo
 en aquel charco;
 O era mi reflejo
 el que lloraba
 creando el charco.
 Las palabras humedecidas
 se evaporaban
 ante tus oídos.
 Todo parecía agua
 esa noche tormentosa
 e ilusos nos dispusimos
 a nadar hasta la eternidad
 en un rió sin agua;
 en unos ojos sin lagrimas.
 
         
    
	 
	 Anoche
	 
    
	
      Nadie me aviso que esa noche tenia que fingir las palabras,
 transvertir oraciones en
 algún baño publico, histeriquearle
 a la metáfora que no deja dormir;
 que no permite soñar.
 Cerré la ventana, alejé la brisa
 sin poder alejar tu melancolía,
 lagrima que desangra de tu vientre
 un racimo de maldiciones
 hacia mi cuerpo desprolijo
 que no logra inspirar al pecado.
 No te presioné hacia mis sabanas
 alérgicas de tanto polvo,
 enmudecí para no mentir
 prendiendo un cigarrillo.
 Perplejos tu orgullo y tu desilusión
 te abrazaron en la oscuridad,
 tu pasado vino a darte un beso
 y el reloj despertador te arropo a la rutina
 de querer estar sola
 en mitad de un viaje asfixiante.
 
         
    
	 
	 Epilogo ausente
	 
    
	
      Tarde de melancolía en silencio,
 ocios errantes divagando un teatro
 de espejos,
 de luz negra,
 de luz fría.
 Pido que me lleves lejos,
 tarde,
 no puedo contigo;
 ilumíname
 en estos días donde las palabras
 más cálidas
 no pueden derretir
 el hielo,
 atravesar ese abismo
 entre el espectador,
 el artista
 y su obra.
 Una galería vacía escupe
 un sueño censurado,
 ilustrado,
 un mamarracho sin publicar.
 El vacío se hace silencio
 otra vez;
 tarde,
 no dejes que culmine,
 que me culmine;
 vuelve atrás las agujas
 del reloj,
 a la primer pincelada,
 al primer pensamiento,
 a tu primer tic tac
 después del desayuno.
 Mis ojos se abren,
 la sala se queda sin gente,
 las butacas extrañan,
 el lienzo nace con  tristezaal ver morir a su padre.
 
         
         
	
      En este Blogs esta permitido fumar a pesar de cualquier ley.
 
         
    
	 
	 Sin Dolor
	 
    
	
      Bebe el resto de mi sangre después de matarme, degollado en la pinotea suelo ser sensual.
 
 
 Arranca mis piernas antes de que corra por miedo;
 quítame las manos sin que lleguen a cubrir mis ojos,
 quítamelos también a ellos después de que observen todo;
 córtame la lengua con el beso más profundo que puedas dar,
 que el silencio acompañe el silbido del bisturí bailando
 entre los trozos de mi carne despatarrados.
 No me anestesies, prefiero estar conciente en cada corte,
 sentir cada uña desgarrando la piel.
 Quiero que te veas en el espejo ensangrentada,
 verte bañada en mí, recorriendo todo tu cuerpo;
 sacia tu sed, tú lujuria, tu pecado más oscuro.
 
 
 Envíame una postal de Tilcara tres meses después,
 iré a buscarte para que vuelvas a hacerlo.
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