NO ESCRIBIRAS NI EN LA VICTORIA NI EN EL FRACASO; HASTA QUE LA MUERTE ME LEA
No escribo,
no peleo con las palabras
por la madrugada;
no me arropo en las
hojas en blanco para
cubrirme de tu helado silencio.
Ayer el silencio de las paginas del libro.
Quien llamara al cartero para que me de
la extremaunción antes de abrir el sobre.
¿Si las novelas te nombran,
los poetas te cantan,
y una dulce doncella toca tu nombre con su citara
en las orillas del acantilado; que puedo yo hacer
que sigo en el anonimato de los cuantos de horror?
No, simplemente no escribo, para no humillarme
Con estas palabras mediocres y absurdas.
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